La soledad del atleta (1992) / Citius, altius, fortius (1992)
La larga proyección artística de Mariano Rubio (Calatayud, 1926) se caracteriza por la absoluta coherencia que surge de su adscripción a los ideales renacentistas aplicados plenamente al arte, no solo en su producción pictórica y gráfica, sino en su labor como docente y, también, en la amplia labor como estudioso del arte gráfico.
El autor describe su propia obra como sumamente elaborada, alejada de soluciones fruto del azar, equilibrada pero a su vez desequilibrada respeto a la tradición y, además, fuente de nuevas sensaciones y meditaciones en el espectador.
La personalidad del autor interviene para introducir la duda en una realidad comprensible en sí misma hasta el punto de transformarla. Rubio realiza una producción personal y muy original en la que integra los elementos más actuales con la tradición más arraigada, aglutinando el sentimiento humano con el sedimento arquitectónico del área geográfica de sus creaciones.
Compagina los testimonios artísticos de la tierra y de sus creadores más ilustres, incorporando elementos de las civilizaciones que precedieron a la nuestra con la creación personal plenamente actual surgida de materiales y símbolos indiscutiblemente contemporáneos.
La búsqueda de nuevos lenguajes con el uso de las técnicas de pintura y de grabado, dos actividades que no se pueden separar en la producción de Mariano Rubio, dan paso en la década de los 90 a nuevas telas que se originan por esta convivencia entre ambas técnicas y en las que destacan las texturas y la realización de aguafuertes y aditivos de gran formato con cualidades cercanas al ámbito de la pintura. Un buen ejemplo de esta complementariedad inseparable son las obras La soledad del atleta (fresco y pigmentos sobre tela) y Citius, altius, fortius (aguafuerte y plantillas sobre tela).