Minero de Almadén (1910)

Almadén es un pueblo conocido por sus minas, fuente principal de su vida, y el minero es su símbolo. Julio Antonio quiso captar la esencia del lugar y de sus habitantes.

En palabras de Adolfo Sotelo Vázquez:

“Almadén fue el enclave ideal para el escultor: a las razones personales había que sumar su decisivo encuentro con el mundo trabajador, con los mineros, adecuada representación de la vivencia intrahistórica, de lo popular a lo castizo. En consecuencia, el joven escultor tarraconense, siguiendo el mandato unamuniano, se chapuza en el pueblo para extraer de él su alma viva, sus valores eternos y universales."[1].

El busto del Minero de Almadén es la representación de un joven esbelto, de cuerpo fibrado y despojado de vestiduras. La serenidad de su rostro y la dignidad con la que Julio Antonio la ha representado le otorgan un carácter propio de las antiguas esculturas clásicas. El ennoblecimiento del oficio tan duro de este colectivo contrasta con la dramatización con la que otros artistas han tratado este mismo tema.

“Con su pecho desnudo, posición frontal, representa la manifestación del orgullo personal. No hay miseria cuando el hombre mira hacia adentro: está encerrado en su pensamiento. La fortaleza de su cuerpo está equilibrada por su energía moral.” (Martín González)

Minero de Almadén es un personaje anónimo, Julio Antonio no quiere explicar ninguna historia y desposee a la escultura de cualquier atributo u ornamento. Está interesado en representar un personaje tipo, hacer un retrato de la época y especialmente geográfico, pero sin abandonar nunca el carácter clásico y mediterráneo que confiere a sus obras.


[1] Adolfo Sotelo Vázquez (p. 62-63; Actes del Col·loqui Julio Antonio, escultor (1889-1919)