Maqueta del Monument als herois de 1811
Maqueta del Monumento a los Héroes de 1811
La maqueta del Monument als Herois de 1811 es el trabajo definitivo a partir del cual se debía erigir el monumento que actualmente se encuentra en la rambla Nova de Tarragona. Por problemas presupuestarios, Julio Antonio tuvo que alargar en el tiempo la ejecución de la escultura y no la pudo proyectar con el tamaño monumental que tiene en la actualidad. Lamentablemente, el escultor murió en 1919 sin ver la escultura colocada en su emplazamiento y fue su amigo y discípulo Enrique Lorenzo Salazar quien proyectó la escultura según el modelo original de Julio Antonio en el año 1921.
La colocación de la escultura en la rambla Nova de Tarragona tampoco estuvo exenta de controversia. El conjunto escultórico de Julio Antonio, de gran modernidad, presentaba tres figuras desnudas, una representación poco usual para un monumento público de la época. Este hecho suscitó un rechazo para la colocación de la escultura en la Rambla y muchos detractores consideraron que debía estar escondida en algún edificio público de la ciudad. La escultura estuvo custodiada en el Museo Arqueológico de Tarragona, que se encontraba en la plaza de la Font, y no fue hasta el 24 de septiembre de 1931, bajo el gobierno de la II República, que fue inaugurado en la Rambla en un gran acto lleno de autoridades y ciudadanos para rendir un homenaje a los héroes de 1811, pero también al escultor Julio Antonio.
El Monument als Herois de 1811 fue el proyecto al que Julio Antonio dedicó más esfuerzos. Fueron varios los esbozos que realizó hasta conseguir llegar al conjunto que conocemos, siempre fiel a una estructura donde figurasen unos cuantos personajes, alrededor de una figura central.
Una vez realizados los estudios y esbozos, decidió que en su maqueta final apostaría por resaltar el heroísmo de los cuerpos de los personajes, deshacerse de los elementos superfluos y retornar el espíritu más clásico y mediterráneo propio de las obras novecentistas.
Tres figuras desnudas surgen de una base rugosa que no ha sido acabada de pulir, como si se tratara de un montículo de barro o una roca, al más puro estilo de Rodin o de Miguel Ángel, que contrasta con los cuerpos delicadamente modelados de las figuras.
La figura femenina central, símbolo de la ciudad de Tarragona, se erige en una actitud firme, imperturbable, con la mirada fija en el horizonte. Julio Antonio, consciente de la importante relación de Tarragona con el mundo romano, se inspiró en las fuentes clásicas para concebir su escultura. Así, podemos reconocer en el tratamiento del cuerpo de la figura de Tarragona una similitud con la Venus de l’Esquilí, o en el hieratismo de la expresión de su rostro y en el tratamiento del cabello cierta inspiración en la escultura arcaica de Auriga de Delfos.
Tarragona sostiene con sus brazos el cuerpo sin vida del héroe muerto, representante de todos aquellos que lucharon por defender la ciudad durante la Guerra del Francés o Guerra de la Independencia. Julio Antonio idealiza los cuerpos de estos personajes. La musculatura del héroe muerto se muestra tensa y contrasta con la caída de su brazo derecho, desprovisto de fuerza, inerte. El tratamiento de esta figura nos recuerda a la Piedad de Palestrina, obra de Miguel Ángel, escultor admirado por Julio Antonio, las esculturas del cual pudo conocer de cerca durante su viaje por Italia.
Finalmente, a los pies de Tarragona, herido, se encuentra otro héroe. Con la cabeza inclinada hacia atrás, tiene los labios entreabiertos y la frente arrugada en señal de dolor.
Las manos del héroe herido son un elemento muy importante dentro del monumento. Para ellas, Julio Antonio se hizo un molde de sus manos, dejando así una huella propia y otorgando más realismo al monumento. Con la mano derecha sostiene un puñal, el único símbolo bélico de la escultura que Julio Antonio justifica con las siguientes palabras:
“Aunque la espada no sea de la época de la Independencia la he colocado para poner más belleza y al propio tiempo como símbolo de la guerra y para añadir majestad la he hecho más vigorosa.”
El Monument als Herois de 1811 se ha convertido en un símbolo para la ciudad de Tarragona, una obra simbólica, pero a su vez sencilla, dominada por un ideal de belleza y armonía, presente en todos los acontecimientos de la ciudad desde su emplazamiento en la Rambla Nova.