Pasar al contenido principal

Entrada gratuita

Foros imperiales. Roma, 1911

Exposición Temporal

Roma, el mapa de la memòria. Els diaris de J. Nogué Massó (1914-1917)

Actual

20/10/2023 - 30/12/2024

 Llibre J. Nogué

 

Después de la celebración del Año Nogué en Santa Coloma de Queralt y en Tarragona en 2013 con diversas exposiciones y actividades, Joan Sendra empezó a estudiar la etapa italiana de Nogué (1907-1922) con el objetivo de localizar y documentar la obra ingente que el artista había realizado durante su estancia en Italia, sobre todo los retratos de personajes de la aristocracia romana, del mundo diplomático, de la Iglesia católica, a partir del fondo documental del Museo de Arte Moderno de la Diputación de Tarragona (MAMT). Asimismo, intentó encontrar los vínculos, las influencias o el rastro de la escuela divisionista italiana en su creación artística.


Los contenidos que pueden verse en la exposición Roma, el mapa de la memoria. Los diarios de J. Nogué Massó (1914-1917) forman parte del fondo documental y artístico del Archivo J. Nogué del MAMT, que fue legado al museo por el hijo del artista, José Nogué Vallejo, durante la última década del siglo XX.

Debemos situar al protagonista de esta historia, José Nogué Massó (Santa Coloma de Queralt, 1880 – Huelva, 1973), en la ciudad de Roma a principios del siglo XX, una capital que se estaba transformando urbanísticamente para la conmemoración durante en 1911 del cincuentenario de la unidad de Italia, con la celebración de grandes eventos y exposiciones internacionales como la de Arqueología, la de Bellas Artes —en la que él mismo participó—, la de Ciencia y Técnica, etc. El artista llegó a la capital italiana para disfrutar de una beca de pintura de paisaje en la Real Academia de España en Roma, que duró desde el otoño de 1907 hasta la de 1911. Terminado el pensionado, permaneció allí hasta 1922, que regresó a España después de ganar las oposiciones a una plaza de profesor de dibujo artístico y composición decorativa en la Escuela de Artes y Oficios de Jaén. Fueron quince años intensos en Roma, en los que Nogué, como iremos viendo, se encontró repetidamente en el cruce de tener que decidir su futuro.

De todo este período habla sobradamente en sus memorias, unos textos que Nogué dictó a la edad de 80 años a su primo Ignasi Massó, y que la Diputación de Tarragona editó en 1993, veinte años después de la muerte del artista: Memorias de un pintor. En principio, no eran para ser publicadas, sino para revivir sus recuerdos y pensando, quizás, en sus descendientes; sin embargo, el interés de su contenido llevó a su edición.

José Nogué

 

Pero, al margen de estas memorias, Nogué había iniciado en distintas ocasiones la tradición de escribir diarios personales. De forma fragmentaria escribió algunos entre 1909 y 1913, que llamamos protodiarios, pero los periódicos que fueron escritos a lo largo de los años 1914, 1915, 1916 y la primera mitad de 1917 se convierten en el eje vertebrador del trabajo que se presenta.

A pesar de que estos diarios no tienen mucho valor literario, descubrimos la auténtica pasión que Nogué sentía por la música y el mundo lírico, además de la faceta pictórica por la que nuestro artista es conocido. Efectivamente, en Santa Coloma de Queralt -el pueblo donde nació- hay una calle dedicada al Pintor Nogué; en la ciudad de Jaén -donde vivió y trabajó durante diez años-, la escuela de artes y oficios lleva el nombre de José Nogué; a la extensa bibliografía sobre nuestro personaje se le estudia como pintor, pero la novedad —y eso se quiere resaltar con una mayor tipografía— es que él quería ser cantante de ópera, una afición que se le conoce desde de joven y probablemente por influencia paterna. Él mismo, refiriéndose al ámbito musical, en las Memorias decía: “Las anécdotas son tantas que necesitaría otro libro para contarlas.” ¡Y he aquí que, de alguna manera, lo que tiene en sus manos es este otro libro!

Cabe decir que los textos de los periódicos aportan información nueva, complementaria de la que se tenía hasta ahora sobre la figura de Nogué, y que en ningún caso son una repetición del contenido de las Memorias. Al contrario, se trata de unos textos muy vivos y de un gran valor sociológico, ya que, por ser escritos día a día, nos aportan la espontaneidad y la inmediatez de la vida del artista de una modo diferente de las Memorias, que, por otra parte, tienen un notable valor documental sobre el ambiente artístico del cambio del siglo XIX al XX.

Durante el largo período de elaboración de este trabajo, que Joan Sendra se ha podido permitir por sus circunstancias personales y porque no tenía ninguna presión ni editorial ni académica, lo ha ido reorientando una y otra vez, y ha cambiado su perspectiva respecto al artista y de lo que el fondo documental aportaba al proyecto. Sobre todo después de haber terminado la transcripción de los periódicos, momento en el que podía tener una mirada más amplia sobre aquel personaje cargado de inquietudes por la supervivencia y profundamente obsesionado por la pintura y por el canto lírico, dos lenguajes que se convierten en casi indisociables durante este período, tal y como él documenta en algunos textos donde describe paralelismos entre la teoría pictórica y la musical.