Josep Royo. Una forma oberta que cau a pes

Restituir Royo

Josep Royo (Barcelona, 1945) ha sido reconocido como el artista textil que fabricó una serie de obras monumentales para Joan Miró: los tapices de Tarragona (1970 y 1972), del World Trade Center de Nueva York (1974) , de la National Gallery of Art de Washington (1977), de la Fundación Joan Miró de Barcelona (1979), de la Fundación La Caixa (1980) y de la Fundación Maeght de Saint-Paul de Vence (1980). Toneladas de lana que salieron, en gran parte, de la antigua Farinera situada junto al Puerto de Tarragona.

Royo había colaborado en la realización de los llamados sobreteixims entre 1972 y 1973, aquellas obras en las que Miró pone en escena una nueva versión del asesinato de la pintura. Aunque las colaboraciones de Royo eran de carácter técnico, lo que él aportaba era una empatía absoluta con los materiales de la manufactura textil. Un conocimiento aprendido en la Casa Aymat de Sant Cugat del Vallès donde se había formado y trabajado desde muy joven. En las colaboraciones con Antoni Tàpies, encontraremos una aplicación aún más radical del legado del tapiz. Ahora al servicio de una obra obsesionada por la pátina del objeto y la condición dúctil del textil, como el Armari de 1973, lleno de ropa vieja y agolpada en desorden.

En paralelo a las colaboraciones, Royo mantuvo una actividad propia muy prolífica. Expuso en la Galería Joan Gaspar (1972), en la Maeght de Barcelona (entre 1975 y 1986), en la Martha Jackson de Nueva York (1979) y en la Eva Cohon de Chicago (1982), entre otras. Muestras que le situaron como uno de los referentes indiscutibles de la Escola Catalana del Tapís, una tendencia en la que se inscribían otros nombres como Josep Grau-Garriga, Maria Teresa Codina, Dolors Oromí, Aurèlia Muñoz, Maria Assumpció Raventós y Carles Delclaux. Pero la consideración del tapiz como un género menor, una concepción moderna de la historia del arte que margina los saberes técnicos, todo ello sumado a las dificultades de conservación del textil, han desplazado del foco de interés a artistas como Royo.

Esta exposición producida por el Museu d’Art Modern de Tarragona se propone recuperar el legado de una obra que, vista retrospectivamente, situaría a Royo como alguien que absorbió las innovaciones de la escultura moderna. Sobre todo la de los años 1960 y 1970 entre las que resulta obligado recordar los fieltros de Robert Morris, las telas indias de Robert Rauschenberg o las formas blandas de Magdalena Abakanowicz. También influyeron en él las evoluciones de la pintura que Joan Miró lideró —y de las que Royo fue testigo directo— o las experiencias de la pintura expandida atribuidas a Claude Viallat.

El resultado fue una obra radical y sensual, que revivía la tradición del tapiz y lo situaba en la esfera del arte contemporáneo. Pero después llegó el olvido. Por eso, llevar a cabo este ejercicio de restitución con un autor como Royo no resulta fácil. Porque desconocemos la localización de muchos de sus tapices y porque muchos han sufrido un deterioro irreversible. Sin embargo, una investigación de casi dos años nos ha permitido reunir un conjunto significativo. Con lo recuperado —tapices, obra sobre papel y documentos— estamos en situación de trazar un itinerario que nos transporta de 1963 a 1988. Un corpus de obras lo suficientemente genuinas como para considerar a Royo un autor con nombre propio. Esta vez sin necesidad de asociarlo al de otros.

Carles Guerra