Altafulla i Crisantems
Altafulla i Crisantems
Josep Sala
Barcelona, 1928 - Altafulla, 2010
Altafulla y crisantemos
Altafulla y crisantemos (1989) es una obra de Josep Sala (Barcelona, 1928 – Altafulla, 2010) realizada en óleo sobre lienzo de 200 × 200 cm.
Josep Sala normalmente pintaba al aire libre, no intentaba imitar la realidad sino reinterpretarla, porque cuando la atmósfera que le rodeaba penetraba en su ánimo, se establecía una especie de comunicación íntima entre el pintor y el paisaje y es esto lo que el cuadro representaba para él: sensaciones, emociones directas, subjetivas, irrepetibles.
En la obra Altafulla y crisantemos observamos en primer plano un amplio espacio que ocupa hasta tres cuartas partes de la superficie total de la obra, es lo que él llama la zona abstracta. Se trata de un fragmento anárquico, sin dibujo ni formas definidas, donde aprovecha la indefinición y espesor de la vegetación agreste, los matorrales, y de las flores silvestres, como los crisantemos blancos y rojos, para desarrollar todo su nervio en un admirable amasijo de pinceladas turbulentas, extraordinariamente ricas en una variedad de toques matéricos.
En segundo término se intuye el castillo de Altafulla y la iglesia parroquial de Sant Martí, dos construcciones que perfilan la singular silueta de la villa. La línea del horizonte, relegada a una estrecha franja en la parte superior de la obra, dibuja las nubes arremolinadas sobre un cielo que juega con los tonos grises y azules, la pincelada es más fluida y contrasta con la abundante aplicación de materia del primer término.
La paleta de colores pasa de los blancos a los ocres y verdes, y destacan de manera importante las manchas rojizas de los crisantemos, muy significativas en su obra.
El paisaje de Altafulla es un referente en la obra de Josep Sala. Salir a pintar al aire libre cada día y representar el entorno de la ciudad era vital para el artista. Podía interpretar los matorrales, un charco de agua, las flores silvestres, de maneras diferentes según la hora del día y la meteorología. Estos eran sus motivos preferidos, y dejaba en segundo término la arquitectura de la ciudad.
El amasijo de pinceladas y la paleta de color conforman la abstracción en la pintura de Josep Sala. Solo se intuye la figuración en la parte superior en las líneas sinuosas de la silueta del castillo y de la arquitectura de la ciudad.
Una pincelada plana y desdibujada representa el cielo, mientras que las pinceladas más gruesas, con abundante aplicación de materia, las reserva para el primer plano de la obra.